El vínculo entre César Acuña y la famosa Barbra Streisand.

Sí, aunque parezca mentira, César Acuña, ese personaje oscuro de la política peruana, ha logrado algo impensable: relacionar su nombre con el de Barbra Streinsand, la archi famosa actriz, cantante y directora de cine, conocida mundialmente.  En verdad, su caso es uno más que cae dentro del fenómeno originario de las redes sociales conocido como el “efecto Streisand”.

El “efecto Streisand”, resalta que cuanto más se quiere censurar una cosa más divulgada se hace. O sea, quien quiere acallar algo por medios mediáticos o legales, termina concitando la atención pública y eso que quería tapar se convierte en un asunto público más visible, en un hecho viral que atrae a miles o millones de interesados. Justo lo contrario que pretendía el censor de turno.

La historia del efecto Streisand se remonta a marzo de 2003, cuando la entonces superestrella del cine y de la música denunció al fotógrafo Kenneth Adelman argumentando que había violado su privacidad al tomar y publicar una fotografía en la que se veía su mansión en Malibú, California.

La fotografía tomada desde el aire formaba parte de una serie de 12 000 imágenes que Adelman había publicado en una página web para documentar los efectos de la erosión y el desarrollo inmobiliario en el litoral californiano. Streisand, pidió US$50 millones en compensación por los daños. Pero un juez desestimó el caso y ordenó a la actriz a cubrir los costes legales del fotógrafo por unos 150 000 dólares. La fotografía se volvió viral y en un solo mes la página web de Adelman registró 420 000 visitas.

Algo similar ocurrió en 2019 cuando el alcalde de Río de Janeiro, el conservador Marcelo Crivella, trató de prohibir un cómic de “Los Vengadores” porque mostraba un beso gay entre dos superhéroes masculinos. El beso gay que el alcalde de Río de Janeiro intentó censurar se convirtió también en un fenómeno, porque hasta el propio presidente Bolsonaro declaró al respecto, diciendo que había que impedir que Brasil sea conocido como un paraíso para el turismo gay.  Obviamente eso propició más repercusión.

Ganar una sentencia, a veces es un triunfo pírrico.

Este tema de Acuña nos lleva a un tema de la gestión de toda crisis. Se trata de que el punto de vista legal o técnico no es precisamente la mejor alternativa para resolver un tema crítico que, por definición, es un asunto de opinión pública.

En otras palabras, los abogados o los ingenieros deben hacer su trabajo en el campo que les compete, pero son los comunicadores quienes deben liderar y ser escuchados cuando busquen resolver un tema de crisis, porque se trata de un problema de emociones y de tendencias de opinión, que solo se contrarresta con buena comunicación y adecuada estrategia.

Todo el Perú ya sabe que el señor Acuña y sus abogados, lograron una sentencia favorable en primera instancia en la demanda contra el periodista Christian Acosta y el editor de su libro “Plata como cancha”. El objetivo legal era impedir que los contenidos de esa publicación circulen libremente. Por presión de un mandato judicial, el libro debería ser desacreditado.  Además, Acuña perseguía una indemnización de 100 millones de soles por el supuesto daño a su imagen.

Pero se produjo el efecto contrario. No solamente se ha hecho una fuerte publicidad al libro, sino que muchísimos sectores e instituciones nacionales e internacionales, han repudiado el atentado contra la libre expresión. La publicación ha multiplicado sus ventas en pocos días y sus contenidos en versión digital han circulado como pan caliente.  Quien ha leído esos textos no puede menos que concluir que —aun cuando los textos no fueran verificados— Acuña es un personaje oscuro, un claro representante de la fauna política nacional, que usa a las personas, que prioriza el dinero (plata como cancha) para resolver cualquier tema empresarial,  político o legal, y que le importa poco la suerte de los demás.

Tres razones para priorizar la comunicación y no la gestión legal en una crisis.

1.- La tensión que suele existir entre lo legal y el manejo de comunicación pública reside en que se basan en diferentes perspectivas de tiempo y de poder. Ante un escándalo, la toma de posición del público es inmediata, mientras que el veredicto de los tribunales sigue largos y tortuosos procesos (1).

2.- Se cree erradamente que el “imperio de la ley” es siempre superior al poder circunstancial de la opinión pública.  Pero, mientras el derecho observa las normas y se apega a las instituciones, la comunicación se soporta en los mensajes y se apega a las emociones de las gentes.  De hecho, la percepción de la situación crítica influye también en autoridades, jueces y fiscales, inversionistas y clientes, que sabrán tomar decisiones con respecto a los hechos o a los involucrados.

3.- La comunicación legal, no puede suele ser directa, sencilla ni se sostiene en argumentación emocional; mientras que la comunicación de crisis es siempre directa, enfocada, sostenida con argumentos que tocan la sensibilidad de los públicos y, por tanto, es siempre más efectiva. Cuando se trata de que miles de personas entiendan qué ha pasado o cuál es nuestra posición, la argumentación legal no funciona. Porque suele ser rebuscada, ampulosa, pues abraza citas, referencias y hace temerosos equilibrios para no decir nada que después pueda ser usado en su contra.

Acuña cree haber ganado con un fallo discutible. Pero se ha hecho más impopular. Lo mismo le pasó a la Streisand. La diferencia es que a Barbra se le perdona cualquier arrebato de diva. Al abogado de Acuña habría que decirle que la próxima vez, asesore mejor a su cliente. Que se tome una infusión, y que escuche cualquiera de esas piezas musicales extraordinarias de la Streisand, como Memory o The way we were. Es cuestión de entender que tarde o temprano la reputación le pasará la factura.

Fotos: Gestión.pe, y Wikipedia.com.

  1. Puede verse: Oviedo V., Carlos, 2021, “La Crisis en escena. Cómo entender, gestionar y prevenir la crisis en las organizaciones”, páginas 47 y 139, Maskay, Lima, Perú. Disponible en Amazon.com

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Comments

Juan Carlos Llanos

Un muy buen artículo, Carlos.
Imagino que después de toda la mala publicidad “gratuita” que le está cayendo a Acuña, el único feliz con este caso es su abogado. Legalmente ganó y por eso le pagaron. El problema cuando solo ponderas la parte legal en un predicamento.
Un abrazo,