Cambios en el mercado de postgrados y presencia femenina

Hace pocos días la Escuela de Postgrado de UPC (EPG) ha relanzado su imagen y posicionamiento mediante una campaña publicitaria.  Lo interesante es que ese cambio obedece a que el tablero del mercado de postgrados se ha movido considerablemente.

Por ejemplo, en las maestrías y programas en general las preferencias por carreras vinculadas a negocios, se han detenido o disminuyen, mientras que las carreras tradicionales, que incluyen actividades profesionales diversas han crecido.

Eso supone varias cosas.  Lo primero, que hay una sólida y competitiva oferta en nuestro mercado nacional para todo aquél que desee un postgrado.  Segundo, que las actividades profesionales, no vinculadas a los negocios, se han robustecido (psicología, comunicación, educación, etc.). Por supuesto que muchos jóvenes aspiran a ser gerentes, a tener éxito y reconocimiento; pero también hay profesionales que tratan de contribuir a la sociedad y hacer algo trascendente con sus vidas.

Por otro lado, el foco de la EPG está ahora en cómo potenciar las habilidades de cada quien, porque todos tenemos una percepción propia de lo que es el éxito.  Esto significa que, empáticamente, la formación pasa de un modelo común previo hacia un modelo propio de cada individuo.

El progreso de la mujer

Y quizá el dato más relevante: que la participación de la mujer en los niveles de postgrado sigue creciendo y ya es mayoría. Se estima que entre la población joven (25 a 30 años) que estudia en esos niveles, entre el 50 y 60% son mujeres.  Mientras en otras latitudes el rol de la mujer aún se mantiene sojuzgado, en los espacios modernos y urbanos del país, la mujer busca su autorrealización y progreso capacitándose.

Tal como habíamos señalado hace cinco años en otro artículo (¿Por qué hay más mujeres en comunicación?, verlo en el blog), en Comunicación la mujer no solo tiene una participación mayoritaria, sino que ocupa espacios cada vez más importantes en la gestión de actividades, tanto públicas como privadas.

Decíamos entonces: La comunicación, en términos de actividad profesional, ya no es sinónimo de prensa.  Se ha acrecentado y absorbe una mayor complejidad.  En esta evolución la mujer ha pasado de ser relacionista, periodista o presentadora, a ser ejecutiva de cuentas publicitarias, consultora de comunicación, organizadora de eventos BTL, conductora de actividades de RSE, gestora de contenidos digitales, o responsable de Comunicación Interna.

Añadíamos: Todas esas actividades encajan con su disposición natural y con las tendencias globales en las que la mujer ha hallado nichos de desempeño.  Sin embargo, hay que presumir que en muchos de esos campos, las empresas optan por contratarlas no siempre en cargos de alta responsabilidad y jerarquía.  Detrás de esto asoman los temas de desconfianza sobre su potencial y la usual discriminación en el nivel de remuneraciones.  Lamentablemente hay inequidad, pues, como en el cine, los actores siempre ganan más que las actrices.  Pero esto está cambiando.

De hecho, hay cada vez más mujeres como directores de área y se las observa en cargos de alta responsabilidad, no sólo en comunicación.  Están en administración, marketing, asuntos públicos y en diversas especialidades científicas.

Hay carreras, como el postgrado minero que dicta GERENS donde los varones siguen siendo mayoría.  Eso es natural. Pero, lo interesante es que hay un creciente porcentaje (12%) de profesionales mujeres que se capacitan y progresan en el sector minero.

En lo personal, me congratulo por haber tenido, consistentemente, mucha mayor presencia femenina en mis clases. Las alumnas profesionales nunca me decepcionaron en su actitud hacia el conocimiento. En el desempeño profesional, siguen venciendo barreras y escalan posiciones, pese a ciertas taras existentes. Solo cabe esperar que ellas continúen por esta senda.

Si tiene usted algún dato sobre la participación de mujeres versus hombres en programas de postgrado, sería bueno que nos lo aporte.