El debate de candidatos y la propaganda en Argentina

Hace pocos días se realizó el primer debate de los candidatos a presidir el gobierno argentino. Este proceso entraña la particularidad de que ha surgido un outsider, un personaje carismático rupturista, que ha puesto en jaque no sólo al actual gobierno kirchnerista, sino a los partidos por su modo de hacer política en esa nación. Y eso sugiere algunas lecciones que extraer.

A continuación, nuestras apreciaciones desde el punto de vista de la gestión de imagen y la propaganda electoral que desarrollan. Recordemos —previamente— que las elecciones primarias (PASO) de agosto perfilaron cinco candidaturas, en este orden: Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa; luego, por haber pasado la valla electoral, el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y la socialista Myriam Bregman. Los analistas y las encuestas concluyen que es entre los tres primeros que se disputará la elección.

La propaganda. La campaña electoral de los partidos en competencia emplea todos los recursos de comunicación que son imaginables (spots, anuncios, vallas, tandas radiales, mítines, encuestas, etc.) enmarcados en las normas locales. Recurre a los mecanismos ya consagrados por la publicidad de modo que cada candidatura es procesada como una marca o un producto a vender. Obviamente emplea la polarización que es una forma fácil de forzar la comprensión y la opción de los ciudadanos. Para ello se contraponen las motivaciones o movilizadores más básicos: el miedo y la esperanza.

Por ejemplo: La campaña del gobiernista Massa dice que las propuestas del libertario Milei “son un salto al vacío” y pretende que se tema a sus planteamientos radicales; Milei por su parte asegura que está próxima una situación económica insostenible con una hiperinflación que hará puré los salarios de la gente. La Bullrich (continuadora de Macri) trata de personificar el cambio a través del orden y la mano dura para reorganizar la marcha del estado.

Sergio Massa (Unión por la patria), es un político de larga data en el justicialismo, ex Intendente de Tigre, ex Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, ex presidente Cámara de Diputados, y actual ministro de economía en funciones (no renuncia al poder pese a ser candidato). Su lema de campaña es: “Tenemos con quién, tenemos con qué”. Se busca reforzar la imagen del líder, sus antecedentes, para que se valore su experiencia de gobierno y plantea aprovechar las capacidades del país. O sea, mucho amor propio, camiseta albiceleste.

  • En el debate: se mostró como un buen comunicador; autocontrolado (cara de póker), luciendo su conocimiento de la economía y finanzas públicas. Una de sus ventajas, el uso del poder para bajar impuestos y regalar “platita”, y el respaldo del partido gobernante, del kirchnerismo, aunque haya tomado distancia de los errores del pasado y se haya disculpado por la situación económica que ahondó su propio partido.
  • Pero se le acusó de plantear políticas no confiables: como ministro ya es un desastre, ¿cómo puede ser mejor como presidente? Tiene el pasivo de la corrupción del kirchnerismo y la inflación cercana al 200% anual. Además, gobierna con la complicidad de gremios y piqueteros subvencionados que sólo salen a las calles de modo violento contra la oposición.

Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), política de amplia trayectoria, fue ministra de Seguridad del gobierno de Macri. Su nominación generó división interna. El lema de su campaña es: “Cambiar el país, es ahora, y es para siempre”. Su spot: apela a la capacidad y recursos de los argentinos; busca acabar con el kirchnerismo; plantea sincerar el caos, y propone orden, no destrucción.

  • En el debate: aunque mostró su carácter fuerte, como para conducir el país en orden, se le objeta su afán represivo, vertical. Quiere mostrarse como una madre que enmendará el rumbo del hogar, pero otros la ven como una abuela intolerante. Tiene una trayectoria de luchadora (su pasado montonero) y experiencia en el gobierno, pero se le encaró su falta de conocimiento en economía, que parece ser esencial para la Argentina de hoy. Aunque hizo alarde de que representa un partido con un respaldo orgánico y que ha ganado varios gobiernos regionales, carga el pasivo del anterior gobierno de Macri y de no haber resuelto los problemas.

Javier Milei (La libertad Avanza), economista y político, actual diputado. Fue asesor de empresas. Su actividad en medios lo catapultó al primer plano político por su desenfado, agresividad y lógica analítica. Su lema de campaña es: “Una Argentina distinta es imposible, con los de siempre”. Su spot: muestra con dramatismo la situación económica; capitaliza el resentimiento y el hartazgo; busca acusar la responsabilidad del kirchnerismo.

Controversial, agresivo, severo en sus juicios, deslenguado. Es muy mediático, conocedor de datos, gran capacidad de análisis.  Frasea con lemas fáciles de entender: hay que volar el banco central (para acabar con la emisión de billetes); haremos desaparecer el peso (por la paridad con el dólar); a los políticos les gusta el dinero fácil; es delito imprimir billetes falsos (por la emisión inorgánica). A los partidos tradicionales les llama la casta gobernante; y regala adjetivos e insultos para todos sus detractores.

Pero Milei ha sacudido la política. Tiene el mérito de hacer didáctica a favor de la libertad y criticar las ideologías represivas y totalitarias, como el comunismo. Todas las campañas actuales se ocupan de sus temas: la hiperinflación, la dolarización de la economía, el gobierno de las castas políticas, etc.  Los medios y RRSS abundan en críticas al candidato revelación, pero la juventud lo apoya (que vuele todo de una vez). Según la prensa, los economistas ven inviable la dolarización; la iglesia católica le reprendió por criticar al Papa; un grupo de judíos lo acusa de expresiones de odio; y tiene procesos contra periodistas que se meten en su pasado o en asuntos privados. Su mentor empresarial ahora lo halla agresivo y con tendencias dictatoriales.

  • En el debate: Se mostró dispuesto a polemizar, aunque a veces no explicó sus planteamientos, dejó a salvo su conocimiento de cifras. Lo que se le critica es esencialmente: que plantea cambios radicales, rupturistas; que “está solo”, pues es un fenómeno de masas y no un líder de un partido con bases nacionales; y que tiene un temperamento cambiante, fosforito como decimos por acá. En el debate ponía caras ante las acusaciones que le hacían, pero se mantuvo dentro de la polémica respetuosa.

En resumen, parece que el debate (el segundo debate será el 10 de octubre) no aportará cambios importantes a la carrera de los tres candidatos líderes, salvo que haya anuncios sorprendentes, y que nadie pasará la valla del 40% de la elección, por lo que habría segunda vuelta electoral.

Es curioso que aún no se logra una polémica sincera para proponer cambios absolutamente históricos. Un ejemplo: en el debate se habló de los impactos que implica el acuerdo con el FMI (Fondo Monetario Internacional); el gobierno de Massa le echa la culpa de todo al FMI. Y los otros discuten que no lo firmaron o cómo lo negociarían. Pero no discuten el origen del tema: la farra fiscal y la inviable deuda externa del país. Como si los internos de un penal culparan de su desgracia al INPE que regula su carcelería, pero no reconocen la causa de estar presos: sus propios delitos. Lo mismo se puede decir de la masa de gente que no trabaja y que vive del bono de desempleo, de las ayudas sociales y que sirve como “portátil” para las protestas. Terminar con eso, tendría un impacto social y político enorme. Pero, ¿alguien le pondrá el cascabel al gato?

Foto (CO): cartel de propaganda de Milei delante del teatro Colón en Buenos Aires.