Hace poco hubo un reencuentro de profesionales de comunicación y asuntos públicos que desde hace más de tres décadas impulsan un conocimiento actualizado de esos ámbitos y la interrelación provechosa entre las empresas competitivas. Algunos los llaman los “referentes”, otros simplemente los pioneros. Aquí lo explicamos.
Pocos saben que mucho de lo avanzado en el mercado de profesiones de comunicación y asuntos públicos del Perú, se lo deben al GIC. El Grupo de Imagen Corporativa, era un network, una red visionaria de las actividades de comunicación corporativa y de la necesidad de intercambio de mejores prácticas que empezó a existir allá por 1995.
Nació como un grupo de amigos que trataban de intercambiar experiencias, compartir información estratégica, auspiciar oportunidades de capacitación, apoyar al mutuo conocimiento de los líderes empresariales y al impulso de la inversión privada. Poco a poco el grupo de puso metas ambiciosas y se enfundó los pantalones largos.
El 9 de junio de 1998 —hace veintiséis años— realizó un seminario de jornada completa en Lima sobre “Imagen corporativa: desafío y competitividad”, en el que, por primera vez ante un auditorio de más de 200 personas, se hablaba de los nuevos estándares de la comunicación corporativa, de la reputación, de la prevención de crisis. Las empresas que lo auspiciaron, representadas en el GIC, fueron Banco de Crédito, Corporación Backus, COSAPI, Corporación Lindley, Luz del Sur, Mobil Exploration, Southern Peru, y Telefónica.
CHARLES J. FOMBRUN, por entonces profesor de la Universidad de Nueva York (NYU) y promotor de la reputación a través de revistas y libros, llegó al evento para ilustrarnos sobre ese nuevo concepto, que creaba un nuevo valor de apreciación de las compañías, en función de la estima de sus públicos y de su mercado. En la época, no se apreciaba aún la relación entre el accionar de las marcas, el valor de la acción y las percepciones públicas.
Fombrun había fundado poco antes el Reputation Institute, que con el correr de los años elaboraría el Rep Trak, un indicador del valor de la reputación que actualmente es el servicio líder en el mundo, con presencia en 60 países.
Participó también un hasta entonces desconocido consultor de comunicación, José Antonio Llorente, director de la firma española Llorente y Cuenca (hoy LLYC), quien vino con su joven colaborador, ALEJANDRO ROMERO PANIAGUA. Al observar el interés y la calidad del auditorio, Llorente decidió que abriría una sede en Lima y dispuso que Romero se quedara.
La consultora española se abrió camino, movilizó jóvenes profesionales, inquietó a las marcas, y subió los estándares de los servicios de comunicación en el país, creando desafíos y sana competencia con las consultoras locales, así como con las que luego ingresaron al mercado. Hoy Alejandro Romero es el CEO Global de LLYC, ante la temprana desaparición de su fundador.
Otro destacado expositor que enfatizó sobre los intangibles en las empresas, fue Felipe Ortiz de Zevallos, el reconocido FOZ. En esa reunión de empresarios y profesionales de las empresas líderes del país, se dio carta de ciudadanía también a las evaluaciones de opinión pública y a la inversión social y las relaciones con la comunidad.
El GIC sirvió como un grupo asesor de las empresas líderes de la época, apoyó el debate y auspicio de temas que el sector privado y el emprendimiento requerían. Coordinó posiciones en gremios como Confiep, Amcham y Sociedad de Minería, y contribuyó a que el mercado local estuviera preparado para la apertura de las inversiones y el ingreso de grupos internacionales al país a partir del año 2000.
Tiempo después, con auspicios focalizados, se apoyó la llegada del maestro catalán JOAN COSTA, quien se avendría a impulsar la formación académica del nuevo profesional Dircom, como gestor de comunicación y relaciones a nivel estratégico en las organizaciones. Así, la comunicación corporativa elevó sus estándares y conectó la oferta de profesionales calificados con la demanda en las organizaciones.
En la foto (de la reunión de reencuentro) aparecen algunos profesionales que participaron de las sesiones amicales del GIC: Juan A. Flores; José Salazar, Rodolfo León, Susana Masaveu, Claudia Tejada; Carlos Oviedo, Hans Berger, Bruno Tomatis y Carlos Lozada. Todos están en actividad. Algunos desligados de las empresas líderes, laborando en el mundo académico, en consultoría, en emprendimientos diversos; otros aun relacionados con grandes compañías privadas y consultoras de comunicación. Faltan ahí algunos personajes como Fernando Hilbck, José Luis Ibarra, Gonzalo Quijandría, Alvaro Carulla, César Luza, Armando Lazarte, Eduardo Devoto, entre otros.
Ese grupo de profesionales, inquieto, siempre actualizado, con la mirada en el largo plazo, creó las condiciones para que las empresas líderes del país, se actualizaran en temas y tendencias de imagen y comunicación corporativa; fomentó mejores servicios de consultoría; propició la demanda de nuevos profesionales y la formación académica del Dircom. Por eso, tres décadas después de sus inicios, el grupo no solo merece un reconocimiento, sino que las nuevas generaciones tomen la posta.