Tres consejos para REPSOL y su contaminada reputación.

El derrame de petróleo en Ventanilla, en la costa de Lima no solo ha generado un desastre ecológico en el litoral, sino también un desastre político-empresarial, en el que la empresa Repsol lleva las de perder. ¿Qué hacer ante esta crisis?

Primero, considero que el Estado a través de sus instituciones, hace bien en declarar en emergencia el tema, pero lo ideal sería que las autoridades dejen trabajar al sector privado, dejen espacio para los voluntarios y que se focalicen en la limpieza ambiental. No se trata de priorizar la búsqueda de culpables sino de resolver el drama ecológico.

Pero, enfoquemos en el papel de la empresa REPSOL en este lío. Siguiendo la información pública, sugerimos que se aboque a una gestión efectiva del problema, es decir a controlar el impacto ambiental; proveer la mejor información posible; y a empatizar con las emociones de la gente. Hay que entender y atender las preocupaciones que surgen en la opinión pública.

1.- REPSOL debe asumir este problema como una crisis pública, de alta visibilidad y de largo aliento. Debe concentrarse primero en la contingencia operativa, sin descuidar lo social. No es un problema técnico, pero demanda muchas soluciones técnicas. No es un problema legal, pero necesitará abogados para afrontar los procesos investigatorios, punitivos y las sanciones, que de todas formas vendrán.

No es el momento de lavarse las manos. Es tiempo de comprender las preocupaciones públicas y de construir una capacidad de respuesta, por los hechos, no por las palabras. En el Perú, la gente está cansada de promesas y buenas intenciones. Aunque la OEFA le ha dado 10 días de plazo para limpiar, es iluso pensar que en ese plazo se acaba el problema.

2.- Debe cuidar su comportamiento.  Las maneras son relevantes. Repsol ya comenzó con el pie izquierdo, y no se sabe aún cuánta responsabilidad tiene en el accidente. Lo que la gente espera es que realmente lamente lo ocurrido y que se ponga a disposición de las autoridades para resolver el problema. Debe utilizar todas sus capacidades para informar con transparencia, para ser solidaria, y para llevar la iniciativa. El foco tiene que ser: resolver el impacto ambiental. Sin acción efectiva, no hay discurso.

Recordemos, el sacar el cuerpo y aplicar la política de yo no fui, fue teté, no le funcionó a la empresa Yanacocha cuando años atrás tuvo un accidente con el derrame de mercurio en una vía pública. Le echó la culpa a su transportista Ransa. Pero no pudo evadir su responsabilidad solidaria ni su falta de manejo de la crisis.

3.- Debe convertirse en el referente informativo de la crisis. REPSOL debe ser la fuente privilegiada de información. Son ellos los que mejor entienden la operación de descargar un buque petrolero; son quienes comprenden la complejidad técnica y las normativas que aplican para operaciones y accidentes de ese tipo. ¿Quién mejor que la empresa para brindar información verdadera, confiable, que pueda tranquilizar a los diversos públicos comprometidos con las consecuencias del desastre?

Pueden construir una narrativa exitosa de la recuperación del mar y las playas afectadas, pero solamente si recuperan la confianza en la comunicación. Los deslindes de culpas y de “hechos de Dios” no se entienden en un contexto de griterío, de escándalo y de sinceras preocupaciones por el impacto ambiental. Y deben ser capaces de convertir toda la palabrería técnica y el argot de especialistas en mensajes simples, comprensibles.

La experiencia nos dice que, justo cuando hay un desastre como el de Ventanilla, recién aparecen todas las instituciones públicas que podrían estar comprometidas. Y ninguna reconocerá sus fallos o confesará si trabajó con prevención. Se enfocarán en encontrar los errores de otros y en salvar su propio pellejo.

Al mismo tiempo, aparecerán los áulicos del poder, los casi expertos que vaticinaron el riesgo, los políticos que estarán envalentonados pidiendo revisión de contratos o cierre de operaciones. Todos querrán salir en la foto; se ensuciarán las manos recogiendo un pelícano ennegrecido. Es aquí donde los medios de comunicación deben hacer el justo balance entre lo que hay que hacer ahora, y los procesos que deberán transparentar los hechos, más adelante.

La vara de medir.  Acaba de ocurrir un desastre natural en Aguas Calientes, en el distrito Machu Picchu. Hay un tremendo daño a las instalaciones hoteleras y actividades comerciales de la zona. ¿Se medirá con la misma vara a las autoridades municipales que dieron licencias al borde del río? ¿Se les suspenderá sus actividades, se les iniciará procesos punitivos? ¿Cómo se va a indemnizar a los turistas extranjeros afectados? Pregunto, nomás.

FOTO: J Rodríguez, ANDINA.

 

Comments

Aldo Oviedo Valenzuela

No es sobonería por ser mi hermano, pero tu comentario lo encuentro en el centro medio de lo que se debe hacer y dejar de hacer.
Si Repsol no reconoce su responsabilidad total sobre el derrame, y la desvía sobre entidades oficiales por no haber dado a conocer oportunamente una situación anómala en el mar; estamos ante una situación similar al del tanque de gas que explotó en VES, y la empresa responsabilizó al alcalde por hacer una obra vial con un desnivel inadecuado y si valoramos la vida humana, pienso que 35 personas fallecidas incluidos diez niños tienen un peso específico muchísimo mayor en la valoración de daños.
Una empresa del tamaño de Repsol no puede esperanzarse en lo que diga la Marina a través de su Capitanía de Puertos y Guardacostas por ser información gratuita, o no puede contratar pescadores y personal de limpieza con guantes, botas y mamelucos descartables, sin tener un conocimiento de como manejar la limpieza del mar y su zona costera.
Existen entidades como la NOAA o aplicaciones como Windy que dan información permanente y detallada, de todo el sistema climático y del comportamiento de las mareas, tifones, huracanes etc. a nivel mundial también gratuitos y si se quiere algo más profesional, pues simplemente se paga lo que haya que pagar tan igual como a empresas (que también existen), que están especializadas en ese tipo de limpieza.
La sociedad peruana no puede esperar que la irresponsabilidad de Repsol, termine como muchos accidentes o eventos de responsabilidad de privados, con papelógrafos engomados de Municipios, Indecopi u Oefa, clausurando o suspendiendo actividades y después de muchas idas y venidas de procesos administrativos y judiciales, terminar en multas disminuidas por la coima y que nunca llegan a las víctimas o sus beneficiarios.